Después de los consejos que hemos señalado, en artículos anteriores, siempre es recomendable que el médico compruebe que la evolución de la cicatriz ha sido óptima, tras cuatro o seis semanas, tras la aparición de la misma. Será el médico quien va a valorar la conveniencia de que se empleen otro tipo de tratamientos adicionales, como puede ser el empleo de ungüentos o cremas medicinales, terapias físicas, prendas de presión, aplicaciones de silicona, que pueden ser inyectables o, en casos más extremos, el uso del láser.
-El quirófano, como última salida. En algunas ocasiones, la cirugía puede significar un método, para poder corregir la cicatriz, de manera estética; pero, sólo, se debe recurrir a la cirugía, cuando la cicatriz está madura, ya se ha curado, completamente. Hay distintas técnicas, como puede ser “la escisión y corte primario”, la dermoabrasión o crear nuevas superficies, gracias al empleo de injertos o de algún tipo de sustituto de la piel.
- También, el camuflaje. Las cicatrices, que son de una mayor importancia, puede ser un problema estético, para la persona que la padece, llegando a ser un condicionante de la vida personal o social. Para evitar esto, tenemos técnicas sencillas, como el camuflaje, que se puede adaptar, al día a día, para poder disimular la apariencia de la cicatriz o, incluso, en algunos casos, puede ser muy positivo el uso de tatuajes, como, por ejemplo, en el caso de que perdamos las cejas y pestañas o en el caso de las cicatrices postoperatorias.
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